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by Eddie Adams
LYDIA GARRIDO - Valencia - 26/12/2009
Los guardias civiles Carlos Palomo y Antonio Cano torturaron a un inmigrante cubano, le humillaron y le amenazaron con hacerle "mear sangre" porque supuestamente robó una cartera en un centro comercial de Alboraia (Valencia), según el vigilante de seguridad del hipermercado. Así lo considera la fiscal del caso, quien en su escrito de acusación solicita para los dos agentes del instituto armado dos años de cárcel y diez de inhabilitación profesional. Para el vigilante de seguridad, al que considera cómplice de los hechos, nueve meses de prisión y siete de inhabilitación.
Las torturas se conocieron por la vigilancia a la que estaba sometido Carlos Palomo, destinado en Tavernes Blanques (Valencia), por su supuesta vinculación en una trama de narcotráfico y blanqueo de capitales, hechos por los que está en prisión provisional en Castellón. Otro guardia civil del mismo puesto declarará como testigo, pues a él le contaron lo ocurrido, pero no hizo nada.
El cabo Palomo, tras detener al inmigrante en el centro comercial, lo introdujo en un coche y "comenzó a golpearle con la porra al tiempo que le humillaba diciéndole que era una mujer o una maricona y le amedrentaba con darle una paliza que le haría mear sangre". Así relata la fiscal lo ocurrido el 26 de enero de 2008. Dice más. Cuenta que el otro guardia "le golpeaba y le decía que dejara de llorar o le pegaría una paliza, que si quería otra somanta, llamándole payaso y mentiroso de mierda e insistiéndole para que respondiera diciéndole que no mintiera o le meterían la porra por el culo y se la sacarían por la garganta". Incluso, según conversaciones grabadas a Palomo, uno de los guardias le llega a decir al inmigrante, mientras éste aúlla de dolor y se escuchan los golpes: "No te voy a cobrar el walky que hemos roto cuando te hemos roto las costillas".
MIGUEL GONZÁLEZ - MADRID - 24/12/2009
Las tropas españolas se enfrentaron ayer en Afganistán a una de sus peores pesadillas: la muerte de civiles. A pesar de que, según fuentes del Ministerio de Defensa, "se cumplieron escrupulosamente todas las normas" para evitar daños a la población, un civil resultó muerto y otro herido por disparos de un militar, que creyó encontrarse ante un posible ataque suicida.
Un tirador de un convoy disparó a un ciclomotor tras varias advertencias
Defensa afirma que se cumplieron "escrupulosamente" todas las normas
El incidente ocurrió durante la madrugada de ayer, cuando una caravana de vehículos militares españoles circulaba por la carretera que lleva desde la base de Herat al paso de Sabzak, en el límite de la provincia de Badghis. Una motocicleta con dos ocupantes alcanzó la cola del convoy, adelantando a los vehículos que circulaban detrás. El tirador del último blindado español, siguiendo los protocolos previstos para estos casos, hizo varias advertencias a los ocupantes de la moto indicándoles que redujeran la marcha.
Primero, según Defensa, les hizo señales con un puntero láser, al tiempo que hizo sonar insistentemente un silbato, pero los civiles hicieron caso omiso de los avisos. A continuación, realizó "varios disparos de advertencia", primero al aire y luego al suelo, ante la moto, pero ésta tampoco se detuvo. Finalmente, cuando ya se encontraba a muy poca distancia del blindado, abrió fuego contra el ciclomotor para evitar que alcanzara al blindado.
En un primer momento, los mandos militares españoles creyeron que los ocupantes de la moto, que se echó hacia la vereda, no habían sido alcanzados. Sin embargo, ayer por la mañana fueron informados de que dos civiles habían ingresado en el hospital de Herat con lesiones por arma de fuego: uno de ellos había fallecido y el otro estaba herido. Por el lugar y la hora donde habían sido heridos, dedujeron que se trataba de los ocupantes de la moto.
Las fuentes consultadas indicaron que no se ha podido examinar la motocicleta ni aclarar si los dos afganos llevaban armas o explosivos. Es improbable, sin embargo, que pretendieran perpetrar un ataque suicida, pues en esos casos lo habitual es que el vehículo lleve un solo ocupante y el resto se dedique a la mayor carga explosiva posible.
Las mismas fuentes agregaron que el incidente se produjo antes de la salida del sol, por lo que la visibilidad era reducida, y que en la zona son frecuentes los ataques de la insurgencia. En las proximidades, las tropas españolas sufrieron en agosto pasado una emboscada que se saldó con 13 talibanes muertos.
Tanto el contingente español como la policía afgana han abierto una investigación para aclarar lo sucedido. La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), que alecciona a los civiles para que no adelanten a los convoyes militares, tiene reglas estrictas sobre el uso de la fuerza. En el caso español, son aún más escrupulosas pues, por ejemplo, prohíben disparar a un enemigo que huye, salvo en defensa propia, y restringen el uso del apoyo aéreo cuando hay población civil en las cercanías.
Éste es el cuarto incidente en el que se ven envueltas las tropas españolas en lo que va de mes, pese a que la llegada del invierno suele reducir la actividad de la insurgencia. El pasado lunes, un convoy del Ejército afgano con protección española fue atacado durante dos horas con fuego de fusilería y lanzagranadas en la ruta que une las dos principales localidades de la provincia de Badghis: Qala-i-Naw, la capital, y Bala Murghab, al norte. El pasado día 16, en la misma zona, las tropas españolas y afganas sufrieron dos ataques sucesivos con armas ligeras. El 4 de diciembre tres cohetes impactaron en la base de apoyo avanzado de Herat. En ninguno de estos ataques hubo que lamentar bajas personales o materiales propias, aunque se ignora si la intervención de la aviación de la OTAN, en el primero, causó víctimas entre los insurgentes.
España tiene en Afganistán un contingente permanente de 1.000 soldados (además de 70 con carácter temporal en el aeropuerto de Kabul), a los que a partir de febrero se sumarán otros 511, según anunció en el Congreso la ministra de Defensa, Carme Chacón.