El hecho que nos encontramos cautivos en las celdas de la democracia no significa que, siquiera por un momento, aceptamos nuestra posición de presos o de acusados frente a ese político tribunal militar que habéis montado contra nosotros. Nunca habrá un carcelero capaz de encerrar a nuestra alma ni un juez que podrá juzgar a nuestros valores.
Somos enemigos permanentes del orden público y eternos fugitivos de las cárceles.
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