Mientras los médicos siguen batallando por la vida del compañero G.K., que está en la ‘unidad de cuidados intensivos” bajo apoyo mecánico (el comunicado de los médicos habla de un tiempo de 5-7 días para poder decir con seguridad si va a vivir y sin poder decir que daños permanentes le dejará el golpe asesino), decenas de manifestaciones (ver: http://es.contrainfo.espiv.net/) siguen por todo Grecia contra la represión policiaca, el racismo y los ataques fascistas a los emigrantes que desde ayer están desarrollándose en Atenas bajo la tolerancia absoluta de la policía, la misma policía que reprimió con brutalidad la marcha del 11 de mayo dejando atrás más de cien heridos y 35 detenidos, siete de ellos con acusaciones que les mandan a la cárcel por 10 y más años.
Una manifestación dinámica y combativa de 7000 personas –el día 12 de mayo- era la respuesta inmediata a la represión brutal del 11 de mayo. Que la atacaran, ahogándonos con los lacrimógenos y los químicos, no es novedad.
A la misma hora, pero sin tener que soportar ni sufrir por los lacrimógenos y los químicos de la policía (que estaba presente), unos 700-1000 fascistas de “Xrisi Avgi” se echaban a una caza, un pogrom (linchamiento) contra emigrantes en el centro de la ciudad de Atenas, un pogrom sin procedentes en la historia de esta ciudad (sobre los “motivos” y pretextos de dicho pogrom véanse aquí: http://es.contrainfo.espiv.net/). Se había adelantado una noche oscura, con perseguimientos y ataques brutales contra emigrantes y contra ocupaciones anarquistas, ataques que llegaron hasta el asesinato de un joven de Bangladesh, un joven de 20 años que dejó su último respiro perseguido y acuchillado por fascistas. Su único delito era que había llegado a Europa para vivir.
Las escenas que se han vivido ayer en Atenas son absolutamente difíciles en describirse. Valga contar una, no porque es la que puede sacudirnos de lleno sino porque no cabe en cabeza “sana” e incluye todo lo que puede ser el fascismo, no solo en Grecia sino por toda Europa: 6-7 personas, griegos, miembros de “Xrisi Avgi”, persiguen en Patision, calle central de Atenas, a un padre joven, emigrante, que lleva en sus brazos a su bebé. Y él corre y corre desesperado, como –suponíamos- no puede hacerlo ningún ser humano.
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