Creo que la policía me está buscando y quiere detenerme", le confesó en Times Square Valerie Solanas a William Shemalix, un atónito policía de tráfico con tan sólo veintidós años. Seguramente jamás había pensado que lo que iba a suceder aquél aburrido día iba a convertirlo en parte de la historia. Seguidamente, Solanas le entregó dos pistolas automáticas que llevaba ocultas en su abrigo, una automática del calibre 32 y un revólver que no llegó a utilizar y que lo llevaba por si las cosas se ponían feas
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