jueves, 20 de noviembre de 2008

Los vigilantes



Juicio a un guardia civil por intentar abusar de varias jóvenes en una noche

El fiscal pide una multa de 800 euros al entender que no cometió más que una falta de vejación porque se dedicó a perseguirlas y masturbarse ante ellas «Si hubiese tenido oportunidad me hubiese hecho algo», sostiene la víctima
20.11.08 -
ROCÍO MENDOZA


Un agente de la guardia civil se sienta hoy en el banquillo de los acusados por perseguir y exhibirse de forma obscena a varias jóvenes en una misma noche en el pueblo granadino de Alhama. Para las víctimas, este hombre es culpable de un delito de abusos sexuales. Y piden que un juez lo condene a dos años y medio de prisión. Para el fiscal, el acusado, que se encontraba fuera de servicio cuando presuntamente cometió los hechos, es responsable de una falta de vejaciones. Considera que seguirlas, acosarlas y masturbarse delante de ellas no es más que eso. Por ello, solicita como condena una multa de 800 euros. La defensa del agente, por su parte, niega los hechos. Tras la vista oral que se celebra hoy en el juzgado de Lo Penal número 1, la decisión está en manos del juez.

Los hechos que se juzgan ahora tuvieron lugar en el año 2005. Ya fueron vistos por un juez de Loja. Pero una de las víctimas, al conocer que no había sido la única que aquella noche sufrió el acoso del hombre, consideró que lo sucedido trascendía la mera falta y recurrió para que fuese tratado como un delito. Tras darle la razón los tribunales, ahora es juzgado como tal.

Según el escrito de acusación formulado por una de las víctimas, Ámala Fernández, los hechos ocurrieron de madrugada. La joven regresaba a su casa tras salir de un bar y, «mientras hablaba por teléfono se percató de que un hombre la seguía a muy corta distancia». El individuo comenzó a increparla. La joven avanzó sola por la calle e intentó esquivarlo, pero no pudo. «Continuó con la persecución durante unos quinientos metros», versa el escrito de acusación facilitado a IDEAL.

Pánico y sorpresa

En un momento, al ver que no tenía otro camino que un callejón donde «estaba vendida», se dio la vuelta para preguntarle qué quería. Entonces observó que mientras la miraba y le respondía, se estaba masturbando. «Presa del pánico», se refugió en un bar cercano. El dueño del mismo se prestó a acompañar a la joven a su casa y allí comenzaron la búsqueda del hombre, junto a sus padres. Finalmente, lo localizaron en otro bar y una vez allí llamaron a la Guardia Civil. «Cuando vino la patrulla me enteré de que era un agente porque esa noche no estaba de servicio. No me lo podía creer. Me imagino que voy al día siguiente al puesto a denunciar y me lo encuentro en la oficina para tomarme la declaración», apunta la víctima que ha llevado al caso a Lo Penal, Ámala Fernández.

Para la joven, los hechos son graves; no una anécdota. «Si hubiese tenido la oportunidad, si no hubiese salido corriendo, estoy segura de que me hubiese hecho algo», declaró. «De hecho, como conmigo no pudo, se fue a por otras», añade.

En el escrito de acusación, que califican los hechos como abusos sexuales sin violencia, citan a una segunda joven que sufrió un episodio idéntico unas horas antes. Otras jóvenes, que eran menores, también están citadas como testigos de los hechos al juicio que se celebra hoy.
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