sábado, 11 de diciembre de 2010
Cut up
Otro de los pilares sobre los que se asienta la victoria del Capitalismo es la comunicación, o monopolio de la información, si se prefiere. La ficción entendida como mentira nos recrea una realidad simplificada, maniquea y sujeta a unos intereses muy determinados, que a día de hoy son dominantes gracias, entre otras cosas, al inmenso poder de persuasión de los medios de comunicación de masas. A la hora de analizar las mentiras hay una clara dificultad: a veces no es posible decidir si los enunciados son verdaderos o falsos, sobre todo los que cuentan estados de cosas en el mundo imposibles de contrastar con nuestra experiencia, ya que carecemos de información necesaria para contrastar la verdad de lo que se dice. En términos generales sólo podemos interpretar el lenguaje y la acción de los otros desde las consecuencias de sus palabras y sus acciones, que recibimos a través del prisma de intereses ajenos. Cuando hablamos de una “falta de correspondencia a la verdad deliberada” ello nos conduce hacia el interior del hablante (quién es y qué intereses tiene), pero hay más: se deriva un escamoteo de la verdad, no por faltar a ella, sino por hacerlo con unas intenciones determinadas. Quien dice que la Revolución de Asturias fue en 1936 porque lo leyó en un libro de texto que contenía esa errata no miente. Quien lo hace con el interés de que se oculte que fue una insurrección contra la República dos años antes, y no contra el Golpe de Estado de Franco, sí.
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