El Freddy no se cansa
de darle besos en la cara
y en la comisura de los labios
al Espina. Le dice al oído:
¡Pero cómo me camelas!
Me traes loco, joder,
pareces un guayabo.
El Freddy se comió una muerte.
Le cayeron más de dieciocho años.
Por asesinar sesenta y nueve veces
a un maricón con el que coincidió
en la barra de una discoteca.
Y sólo porque le guiñó un ojo.
David González
El demonio te coma las orejas ( 1997-2008)
Glayiu Editorial
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