viernes, 5 de febrero de 2010

Cut up

Director to Instructor:

La tortura blanca también tiene un aspecto físico, si bien reviste unas características que podríamos definir como “pasivas” frente a las tradicionales formas “activas” de la tortura convencional. Con esto nos referimos a situaciones como la privación del sueño, la obligación a mantenerse posturas incómodas y muchas veces anti-naturales o las asfixias con bolsas de plástico, técnicas que en su aplicación se enfocan a lo corporal pero que, por una parte, no dejan marcas y, por otro lado, pretenden causar un mayor daño psíquico que físico. La evolución y aplicación de estas técnicas de tortura blanca están más desarrolladas en los estados occidentales que intentan mantener su apariencia de “democracias formales” y “estados de derecho”, puesto que son unas torturas mucho más difíciles de demostrar en los juzgados, donde no hay pruebas físicas que aportar. Esto es así porque muchas veces estas técnicas se concentran en la agresión sensorial (exposición a sonidos y luces intensos) o incluso en la privación sensorial (pasar horas en oscuridad y silencio totales). Algunas técnicas son tan puramente psicológicas que se presentan de una forma sólo verbal, o se trata de simulaciones (simulación de ejecución, simulación de agresión sexual, etc.) que juegan con el miedo de la persona detenida que puede, en su subconsciente, llegar a vivir y sufrir como reales situaciones fingidas por sus torturadores.

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