El control político de la Policía Local
Alberto Arce y Alberto Pradilla / Iruñea
- DIFERENCIAS CON OTRAS LOCALES. Especializados en labores de información e inteligencia contra los movimientos sociales.
La operación desarrollada por la Policía Municipal de Iruñea el 3 de febrero contra 16 jóvenes por unos incidentes de hace siete meses, se ha convertido en un ejemplo más del uso político de este cuerpo por parte del Gobierno de UPN. Doce jóvenes –tres de ellos menores de edad– fueron detenidos en la calle por policías municipales. Tras prestar declaración en el juzgado, quedaron en libertad con cargos. Además otras cuatro personas fueron imputadas por la Policía Local por haber participado en unos incidentes el 6 de julio de 2010.
Entonces agentes municipales cargaron en una plaza llena de gente contra un grupo de jóvenes, minutos antes del txupinazo de inicio de San Fermín. Durante los incidentes, en la plaza del Ayuntamiento, el impacto de una botella provocó heridas graves a un madrileño de 31 años. Pocos días después, la Policía Municipal imputó a un joven estos hechos. Una acusación retirada, después de que la investigación evidenciase que el jefe del operativo había construido la imputación con una declaración falsa. Tampoco se puede olvidar que los incidentes comenzaron cuando los policías asaltaron a varios jóvenes que pretendían exhibir una ikurriña de grandes dimensiones en el txupinazo. Una bandera que, de momento, no ha sido prohibida en Nafarroa (salvo en los balcones municipales).
Acoso a movimientos sociales
Hay una pregunta que numerosos vecinos de la ciudad se hacen: ¿era necesario detener a esas 12 personas por hechos ya investigados hace meses, o se las podía haber citado? ¿O se trata de la aportación de UPN a la oleada represiva de las últimas semanas en Nafarroa tras la doble operación policial dirigida por la Audiencia Nacional que detuvo a 13 militantes independentistas? En cualquier caso, la redada se suma a una larga lista de actuaciones de la Policía Municipal que tienen un común denominador: el acoso contra los movimientos políticos y sociales que no comparten el modelo de la alcaldesa Yolanda Barcina (UPN).
Existen importantes diferencias entre lo que se suele entender como tareas de la Policía Municipal y la actividad del cuerpo en la capital Navarra. En Iruñea, su Policía, dirigida por el comandante Simón Santamaría, se ha especializado en labores de información e inteligencia contra los movimientos sociales y políticos (especialmente contra la izquierda abertzale): investigación, seguimientos, intervenciones antidisturbios, desalojo de gaztetxes o entrega de citaciones judiciales mediante detención previa.
Se acumulan las denuncias
Otro ejemplo: el 30 de enero, agentes municipales participaron, junto a la Policía Nacional, en el desalojo de un gaztetxe ocupado por el colectivo Kapitalismotik at! (Fuera del capitalismo) en el barrio de Rotxapea. Los policías irrumpieron en el interior del recinto durante la celebración de una asamblea, identificaron y fotografiaron a todos los presentes pero no mostraron ningún tipo de orden judicial. Este no es un fenómeno novedoso.
De hecho, la evolución de este cuerpo hacia posiciones cada vez más represoras se inició con la llegada de Yolanda Barcina a la alcaldía de Iruñea, en 1999. La burgalesa, que lidera el Consistorio desde entonces, se trajo consigo a Simón Santamaría, un ex militar nacido en Larache (Marruecos) que hasta el momento había ejercido como jefe de seguridad en la fábrica que Volkswagen tiene en la capital navarra.
Desde entonces, el antiguo miembro del ejército se ha convertido en la pieza clave de un cuerpo cuya imagen no ha hecho más que deteriorarse. Acumula denuncias por sus actividades represivas e, incluso, los propios agentes que no comparten la línea ideológica impuesta por Santamaría han alertado sobre el régimen del miedo impuesto por el ex militar.
Los constantes abusos y la utilización política de la Policía Municipal en Iruñea llegaron a ser tan generalizados que en 2007 la mayoría del pleno de Iruñea (NaBai, PSN y los dos concejales independentistas) instó a la alcaldesa a destituir a Santamaría. Cuatro años más tarde, el ex militar sigue en su puesto.
UN ESTILO CUARTELERO E INTIMIDATORIO
El desalojo del gaztetxe Euskal Jai, en verano de 2004, fue uno de los puntos de inflexión para una Policía Municipal que, hasta el momento, ni siquiera acostumbraba a utilizar material antidisturbios.
La imagen de su máximo responsable, Simón Santamaría, atándose los cordones sobre un bidón en el que permanecía un joven encadenado (y que corría el peligro de romperse el brazo) ha quedado grabada en el imaginario y simboliza su estilo.
Hay que reconocer una cosa: el ex militar es un tipo al que le gusta la acción. Es habitual verle supervisar personalmente los operativos y ha transmitido a sus agentes ese estilo cuartelero e intimidatorio que caracteriza ahora a la Policía Municipal.
Para ello, se ha servido de su personal de confianza, agrupado en torno a ‘La Fundición’, una especie de unidad interna con la que Santamaría controla a sus agentes, tal y como denunció un policía anónimo en una entrevista en el diario Gara.
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