Hubo un tiempo en que fui uno de ellos. Fui educado y entrenado en la verdad de la época. Pero algo en mi cabeza no estaba bien, nada bien. Lloraba cuando tenía que reír y reía cuando tenía que llorar. Nada estaba bien. ¡Ja! Y aquellas palabras escritas en los muros me seguían constantemente, hasta llegar a obsesionarme. Las preguntas estallaban en mi cabeza. Y no había respuestas para ellas dentro de aquellas paredes. Mi prometedora carrera no terminaba de despegar. Me perdía. Perdido en la inmensidad de la interzona. Y no me importaba demasiado.
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