martes, 31 de agosto de 2010

Cuando ustedes, señores míos,leen un libro, y una idea más agradable entra de pronto en vuestra imaginación, vuestra alma se compenetra con ella en seguida y olvida el libro; mientras que vuestros ojos siguen maquinalmente las palabras y las líneas, acabais la páginas sin comprendela y sin recordar lo que habeis leido. Proviene esto de que nuestra alma, habiendo ordenado a su compañero servirle de lectora, no le ha advertido de la corta ausencia que iba a hacer; de suerte que el otro continuaba la lectura que vuestra alma ya no escuchaba.
Viaje alrededor de mi cuarto. Javier de Maistre.

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